EL Hanal
Pixán
En todos
los países civilizados es costumbre conmemorar el día de difuntos con diversas
manifestaciones de duelo que dedican a sus deudos muertos.
Estas
prácticas se concretan a oraciones, rosarios de ánimas, ofrendas florales y
visitas a los panteones. Entre nosotros, en América, en casi todas partes, se
encienden lámparas sobre los sepulcros y hay paseo general de campos santos e
iluminan los lugares donde han enterrado a los muertos.
En Yucatán, entre los indios mayas, se observa una costumbre que viene
desde sus ancestros: costumbre netamente maya mezclada, después de la
conquista, a prácticas piadosas conforme al ritual católico. Obra es ásta, de
los franciscanos; quienes, no pudiendo desarraigar de golpe, en la raza
conquistada, sus antiguos ritos idolátricos, toleraron ciertas prácticas que no
se oponían al dogma: como honrar a sus muertos, ofrecer presentes, encender
velas y quemar resinas aromáticas. Existe, pues, hasta la fecha entre los
indígenas mayas, una práctica piadosa que tiene por origen la sagrada
veneración que el indio tiene por sus deudos muertos, a quienes sepultan en el
interior de sus hogares.
Historiadores y cronistas, como
Fray Diego de Landa y Cogolludo,
aseguran, -estudiando costumbres de la raza aborigen,- que entre los
mayas no exitían cementerios en sus ciudades. El maya,-dice el cronista-,
sepulta sus muertos en su propia morada. El entierro de sus deudos lo hacía
cada habitante a espaldas de su casa, en un recinto o patio libre de malezas y
bien barrido, donde era abierta una fosa y en la misma tierra, sin ataúd,
colocaban el cadáver introduciéndole en la boca cierta cantidad de masa de maíz
bien cocida, llamada "keyem" para que pudiera alimentarse mientras
reposaba.... Hecho el entierro, colocaban una señal para identificar la tumba.
Generalmente consistía ésta en un corralejo de dos metros en cuadro, hecho de
varillas o palos: "coloc-ch‚". Y en tiempos de la colonia marcaban
aquellos sitios con una tosca Cruz de madera que colocaban dentro del cuadro.
Debido a esta práctica indígena de sepultar los muertos en casa para
tenerlos cerca, a fin de poderles ofrendar presentes que consistían en
alimentos, frutas y ceras, nació la costumbre de hacer en los días de difuntos
los "pibil-uahes" o "mucbipollos: vianda en forma de tamales
envueltos en hojas de plátano con que obsequian, en esos luctuosos días, a las
almas de sus parientes muertos. De ahí el "Hanal-Pixan", que quiere
decir: "banquete de las ánimas".
En las casas y en los campos, colocan los indios jícaras de atole
nuevo y cajetes de comida dedicados a los difuntos; y creen firmemente que,
invisibles, descienden las almas a tomar una parte de ella, que es lo que
llaman "tomar la gracia".
Es costumbre tradicional en la República, como en todo el mundo,
llevar en los días de muertos, ofrendas florales y coronas a los panteones.
En México, además de estos presentes, fabrican en las pastelerías un
pan de harina de trigo, con mucha azúcar encima, llamado popularmente "Pan
de Muerto"; así como que confeccionan calaveras de dulce, bien adornadas,
que obsequian a sus amistades.
En Yucatán, esta costumbre es distinta a la del resto de la República
y, quizás, de todo el mundo. Desde el 1o. de noviembre, día de Todos los
Santos, y dedicado a los "chiquitos" (los niños muertos), se
confeccionan unos bollos de harina de trigo, en forma de figurillas de animales
y muñecos, para ofrecer a las almas de aquellos. El 2 de noviembre, día de los
Muertos, fabrican los indios unos enormes pasteles redondos, como de treinta
centímetros de diámetro, hechos de masa de maíz y manteca, rellenos de pollo y
puerco condimentados con tomate y chile, que resultan muy sabrosos.... Estas
tortas de maíz envueltas en hojas de plátano, -como tamales-, son cocidos a
guisa de barbacoa en un gran hoyo bajo de la tierra, o
"pibil-pollos"; palabra híbrida muy popular.
Además de estos pasteles, entierran en el horno subterráneo, bien
calentado con leños y piedras, calabazas grandes, de preferencia la
"dzol", j¡camas, camotes, mazorcas de maíz tierno, (pibinales) y unas
tortas de masa y frijoles llamadas: "pibil- xpelón". Y una vez
cocidos estos alimentos y humeantes aún, los depositan en pequeñas mesas,
alumbradas con velas de cera, debajo de los
árboles del patio y cerca de las sepulturas de sus familiares; así como
sendas jícaras de sabroso "tan-chucua",atole que fabrican con masa de
maíz, cacao, pimienta y anís, a modo de "champurrado".
Estas viandas pasan toda la noche del 1o. al 2 de noviembre, en esos
pequeños altares, debajo de los árboles. Y cuando las almas de los difuntos
"han tomado la gracia", los familiares de aquellos meriendan los
"mucbilpollos", tómanse el atole y "pibilnales" entre
libaciones de "balché‚" y otras bebidas embriagantes....
Así
termina la ceremonia del "Hanal-Pixán" entre los mayas. Tal es el
origen de esta costumbre tradicional entre los yucatecos, todos, hasta los que
estamos lejos de nuestra tierra!.... Y tan arraigada está, que hasta las
familias acomodadas, impelidas por la fuerza de la tradición, confeccionan
estas exquisitas tortas, en el Día de los Difuntos, sin practicar la ceremonia
india, naturalmente. Y no es raro ver en Mérida, la víspera del 2 de noviembre,
a los criados de las casas, llevando por la calle, en enormes bandejas, estos
ricos pasteles para obserquiar a sus amistades; costumbre de la que, hasta hoy,
no ha prescindido nuestra creciente Colonia Yucateca en la capital.
http://thematrix.sureste.com/cityview/merida1/articulos/costumbre.htm
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